Rosa Jaime, conocida también como «Viejita» o «Rosita», llegó a Macabi el 3 de diciembre del año 1991; el cual hoy es Macabi Noar. «Entré a trabajar a Macabi por recomendación de otra persona que se encargaba de la temporada de verano cuidando los baños. Supuestamente iba a ser un trabajo de tres meses nada más, pero cuando termino la temporada me pidieron que me quedara. Al principio me costó mucho; mis hijos eran chicos todavía y esta tarea implicaba tener que trabajar tanto sábados como domingos y feriados, algo a lo cual no estaba acostumbrada. Admito que fue una decisión difícil»
Desde aquel momento, Rosa asegura haberse encontrado con gente muy buena, con quienes luego de un tiempo llegó a formar una relación de mucho cariño y afecto. Macabi se fue convirtiendo en su segunda casa y en aquel momento, ocupaba el puesto de utilera, el cual sigue ocupando hasta el día de hoy después de 26 años. «Todos en la vida tenemos gente que nos quiere y personas a quienes no le caemos bien, pero bueno la vida es así. Me considero una persona que cuando quiere, lo hace de verdad y así fue como llegué a encariñarme tanto con muchos socios del club. Personas que en algún momento fueron difíciles y otros como yo digo, unos divinos totales.»
Sin poder olvidar a muchos de los que ya no están presentes entre nosotros, Rosa se refiere a ellos como excelentes personas, los encargados de hacer que Macabi se convirtiera en su casa. Esta viejita tan querida por muchos, pasó un momento muy triste en su vida. Perdió a uno de sus hijos en un accidente automovilístico. Ella habla de aquel momento diciendo «Macabi estuvo a mi lado en ese momento tan difícil de superar. Es por eso y demás viviencias, que ustedes y el club son parte mí vida». También recuerda una oportunidad en la cual tuvo una mala experiencia, «Presté mi firma para una garantía y luego de eso me embargaron el sueldo. En aquel entonces, Ariel Souied formaba parte de la Comisión Directiva. Él se ofreció a pagar todo lo que debía para qué no se me hiciera difícil. Me lo descontaron sin pagar nada de recargas. Esa son cosas que en la vida no te olvidás más». Luego de eso, queriendo demostrar su enorme gratitud, Rosa decidió donar a la institución una parte de su sueldo. «Hoy y y siempre agradezco a Dios ser parte de este club, de Macabi Noar. Agradezco poder ver crecer los chicos y acompañar a todas las comisiones a lo largo del tiempo. Sin duda, ser parte de esto, es un lujo.»
¿A cuántos de nosotros se nos habrá perdido una campera, un buso, un toallón en alguna colonia de verano? ¿Cuántos de nosotros le habremos pedido una pelota prometiendo cuidarla y nunca más la devolvimos? ¿A cuántos de nosotros nos habrá lavado la camiseta, para que en el próximo partido podamos usarla? ¿Cuántos de nosotros la habremos hecho enojar y siempre nos perdonó? Esas preguntas no necesitan ser respondidas. Sin duda alguna, Rosa es de las joyas con más de 26 años que sigue brillando en nuestro club.