En el acto de Yom HaShoá ve Hagvurá que tuvo lugar el sábado pasado en nuestras instalaciones, Carolina Ratner leyó una carta que redactó junto a su abuelo Edgar Wildfeuer, uno de los sobrevivientes del Holocausto. A continuación le dejamos el texto para que puedan leerlo, compartirlo y sentir lo que sentimos todos el sábado pasado cuando fue leída:

Todo comenzó con un llamado telefónico invitando a mi abuelo a asistir a la celebración de los 70 años de la liberación de Auschwitz.
Invitarían a 100 sobrevivientes de todo el mundo, y él fue llamado como representante de Argentina.
Luego de este llamado sólo quedaba confirmar el viaje; la única preocupación de Edgar era el frio, pero ésta no pudo opacar su fortaleza y firmeza frente al compromiso moral asumido en aquellos días con sus compañeros de campo de contar la historia ¡y qué mejor que volviendo al lugar donde ocurrió, y volviendo con su hija mostrando sus inmensas ganas de vivir, y respondiendo al nazismo con vida y con una gran familia!
Ahora si les leo sus palabras tituladas carta a mi caro:
Fuimos invitados por el Congreso Mundial Judío yo con un acompañante, que era mi hija Dori, a Polonia para participar en la celebración de los 70° años de la liberación de Auschwitz en ese día del año 1945, que se realizaba en una enorme carpa construida en la famosa entrada al campo de Birkenau. El día anterior .junto a otros sobrevivientes fuimos a visitar el campo principal de Auschwitz donde fui recluido todo el año 1944. Era ya la segunda vez que visitaba ese lugar, ya que en el año 2008 lo hice acompañado por dos de mis hijos y por dos nietos. Aquel entonces era en el otoño de Polonia y el campo presentaba una imagen completamente distinta de lo que yo recordaba de el, Ahora es un museo, todo está limpio y pulcro, en los edificios están instalados distintos tipos de museos que muestran como era el campo mientras funcionaba, la vida en el, los elementos que quedaron de los asesinados, como sus zapatos, valijas, cepillos u otros elementos de limpieza, sus ropas etc. etc. Además las instalaciones de como se vivió allí, las literas. Los camastros, los baños, lavatorios. En otro bloque cerca de la pared de los fusilamientos vimos las celdas, de los condenados de morir de hambre, en otros las fotos de la guerra de 1939 y la liberación de 1945, y muchas cosas más. En los espacios entre las alambradas que en aquel entonces eran electrificadas se sembró el pasto, en todos lados había un césped verde que por supuesto antes no existió, los árboles crecieron, parecía en vez de un campo de horror un lindo parque verde y silencioso.

No obstante mi emoción era enorme y en mi cabeza de golpe subieron todos la los recuerdos de lo que pasó allí, lo horrores, los compañeros que no sobrevivieron, el hospital, las selecciones, la llegada de los judíos húngaros que fueron directo hacia su muerte y mil más de vistas y recuerdos no tan fáciles de escribir.

Ahora en el año 2015 al llegar por segunda vez, ya no me impresionó tanto, más bien el impacto le tocó a mi hija que estaba por primera vez viendo esto. Ahora cubierto de nieve con un frío invernal de Polonia era mucho más parecido al que era cuando yo estaba allí, pero abrigado como con 20 kilos de ropa para no sufrir del frío pensaba como lo hemos soportado con las vestimentas ligeras que nos proporcionaban.
Pero todo ya pasó, es un recuerdo, hay que seguir viviendo, eso es el pasado, Pero vuelve como era el lema de esa reunión por los 70 años de la liberación: El pasado está presente.

Estas fueron las palabras de mi abuelo.
Por último, al leer esto, se me viene una reflexión a la mente que me gustaría compartir…
Mi abuelo hizo referencia a como estos campos, campos de horror y muerte, estaban hoy en día, sembrados de pasto como un hermoso parque.
Una vez mas esto da cuenta de que cuando las raíces de un pueblo son fuertes, por más que las corten, quemen y maltraten, siempre pero siempre vuelven a crecer.
Y si alguien tiene alguna duda que solo mire la familia que mis dos abuelos, ambos sobrevivientes del exterminio nazi, lograron conformar. Con 3 hijos, 7 nietos y 1 bisnieta.
Y si siguen dudando que miren este momento, este acto realizándose en el club de la comunidad judía de córdoba, todos juntos recordando para no olvidar.

Edgar Wildfeuer y Carolina Ratner

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